Bacterias resistentes. A mediados del pasado agosto El Mundo publicó el artículo del siguiente enlace:
Más muertes por bacterias
Una de la conclusiones subyacentes del escrito para reducir estos episodios es la conveniencia de limitar al máximo el crecimiento microbiano en los hospitales.
Destacamos que entre las acciones, no las únicas, para conseguir esto, se encuentran el que las instalaciones estén bien diseñadas y mantenidas con un altísimo nivel de higiene.
Por poner perspectiva, según la DGT las muertes por accidentes de tráfico fueron en 2015 1.126 personas. En el artículo, estiman que los fallecimientos en España por causas relacionadas con las bacterias resistentes son de media 2.400 anuales.
Es cierto que la asepsia total es imposible. Sin embargo está constatado que la prevención funciona, y muy bien. En la medida que reduzcamos el número de bacterias esto redundará directamente en un menor número de afectados.
Por ello, todo esto debe tener un lugar prioritario en la agenda de un hospital.
Más muertes por bacterias. EL MUNDO 16-08-17
ORNELLA PALUMBO 16/08/2017
MARINA GAMA CUBAS MADRID
Más muertes por bacterias
Una de cada 10 muertes por resistencia a los antibióticos en la Unión Europea tiene lugar en España. Cerca de 12.000 personas fallecieron por esta causa entre 2011 y 2015 en el país y la tendencia es creciente.
Alex salió andando del hospital. La operación de ligamento cruzado en la rodilla izquierda había sido un éxito. Corría febrero de 2002 y él, con 31 años y gerente de márketing de una multinacional, ya se veía nuevamente jugando al fútbol. Pero una infección bacteriana retrasó sus planes. A los pocos días despertó con 40 de fiebre y fue directo al quirófano con principios de septicemia. «Cogí una Staphylococcus aureus, el Rambo de las bacterias resistentes a los antibióticos. Fue necesaria una segunda operación».
Un mes de tratamiento con antibióticos y el microorganismo parecía haber cedido, pero el optimismo duró poco, sólo hasta que notó un bulto como una pelota de golf en la rodilla. La infección se recrudeció. Tuvo que operarse nuevamente y escayolar la pierna de arriba abajo durante varias semanas.
Pese a todo, Alex, que pidió no ser identificado, tuvo mejor suerte que otros pacientes. Entre 2011 y 2015 murieron en España cerca de 12.000 personas en hospitales públicos y privados tras infectarse con bacterias resistentes a los antibióticos, según datos del Ministerio de Sanidad obtenidos por EL MUNDO a través de la Ley de Transparencia.
Las víctimas son, de media, cerca de 2.400 al año. La cifra supone el 10% de las muertes por esta causa en la Unión Europea, donde se calcula que fallecen 25.000 personas al año, según la Agencia Europea de Seguridad Alimentaria y el Centro Europeo para la Prevención y el Control de Enfermedades. De 2011 a 2015 hubo un incremento del 38% de muertes en nuestro país.
Las razones que impulsan el aumento del número de bacterias resistentes son diversas: el uso indiscriminado de antibióticos, los diagnósticos erróneos y la transgresión de las prescripciones médicas son las principales.
Además, estos microorganismos tienen la capacidad de dispersarse rápidamente. «Las bacterias resistentes son capaces de transmitir sus genes de resistencia verticalmente, es decir, a sus descendientes, u horizontalmente a otras bacterias similares a ella o muy distintas, incluso sin necesidad de tocarse entre ellas», explica Bruno González Zorn, microbiólogo y director de la Unidad de Resistencia a los Antibióticos de la Universidad Complutense de Madrid.
«La multirresistencia a los antibióticos es un tema de gran preocupación porque toda la medicina moderna depende de su eficacia. Sin antibióticos efectivos todas las intervenciones quirúrgicas serán de alto riesgo», explica Marc Sprenger, médico y director del secretariado de Resistencia a los Antibióticos de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Cualquier paso por el quirófano, desde una apendicitis a una operación a corazón abierto, corre el mismo riesgo de arruinarse por la infección de una bacteria resistente.
En España, el consumo hospitalario de antibióticos se encuentra un 46% por encima de la media europea y la mitad de los tratamientos se consideran excesivos o inadecuados, según datos de la Agencia Española de Medicamentos.
Para Clara Ballesté, microbióloga y coordinadora de la Iniciativa de Resistencia del Instituto IsGlobal, la prescripción y aplicación de antibióticos no está controlada en los hospitales. «No hay un programa nacional de monitorización de antibióticos. La mayoría de hospitales lo están implementando internamente, pero la creación de un programa nacional y obligatorio tendría una repercusión muy positiva en cuanto a contener la diseminación de las bacterias resistentes», asegura la especialista.
Tampoco se registra como causa de muerte en las actas de defunción el efecto de una bacteria resistente. «Los médicos no informan de las muertes causadas por la resistencia antimicrobiana, sino que registran la enfermedad que se produce. Por ejemplo, un deceso por neumonía causada por tales bacterias», dice Sprenger.
A principios de 2017, la OMS publicó una nueva lista con las 12 familias de bacterias más peligrosas para la salud humana y para las que se necesitan nuevos antibióticos urgentemente. Para elegirlas se han tenido en cuenta, entre otros criterios, la resistencia a un elevado número de antibióticos y que sean causantes de enfermedades comunes como la gonorrea o la salmonelosis.
Alex pudo recuperarse tras un año de idas y vueltas al hospital, pero en Córdoba hay historias distintas. Allí se ha fundado la Asociación de Afectados por Klebsiella pneumoniae, una bacteria resistente prioritaria en la búsqueda de nuevos remedios de la OMS y que se halló, al menos, en 16 pacientes muertos en el Hospital Universitario Reina Sofía de Córdoba.
Los familiares de los fallecidos, convencidos de que la situación no era una fatal coincidencia, se asociaron en el año 2014 para llevar sus expedientes médicos ante los tribunales.
Carlos Bueno Martínez tenía 63 años y unos pólipos intestinales que le llevaron hasta el Reina Sofía. «Si no llega a coger la bacteria, no se muere», lamenta su hija María del Carmen. Tras la primera y exitosa operación a finales de 2013 le diagnosticaron una trombosis en el corazón. Volvió al quirófano para sustituir una de las válvulas por otra nueva.
«Salió fantástico de la intervención, pero así como le vimos recuperarse, le vimos caer», cuenta su hija. Un mes después, una placa indicaba neumonía, es decir, una infección de los pulmones que se trató con antibióticos. «A fin de año me llamaron para decir que mi padre se moría. Le volvieron a operar y la única información que tuvimos fue que había cogido un bichito», dice María del Carmen.
Ya en 2014, Carlos volvió a la sala de operaciones para limpiar el área infectada, pero su caso se complicó aún más. Los pulmones sólo iban a peor, los riñones se vieron afectados y, hacia mediados de enero, se multiplicaron las infecciones: la bacteria multirresistente Klebsiella pneumoniae había atacado los pulmones y un hongo del género Candida también se había alojado allí.
María del Carmen cuenta que le aplicaron antibióticos progresivamente buscando uno que hiciera efecto. Sin embargo, el 24 de enero Carlos falleció. La causa de muerte que consta en el informe de alta fue un «shock séptico refractario al tratamiento recibido».
Otro caso similar es el de Eloína Combarros, de 63 años, paciente de cáncer de mama que falleció tras una operación por diverticulitis con una K. pneumoniae resistente a 21 antibióticos. Rosario Martínez, de 76 años, murió con el mismo microorganismo inmune a 15 fármacos.
Según Francisco Manubens, perito contratado por la asociación para analizar los expedientes médicos, las muertes de todos los asociados tienen un mismo origen: «En los casos analizados, la presencia de la bacteria Klebsiella pneumoniae es el desencadenante de la muerte», dice, y añade que las cifras de fallecimientos por resistencia pueden estar por debajo de la realidad. «Muchas veces no se considera como causa principal de muerte el shock séptico, sino el fracaso de un órgano», recalca.
Actualmente se está discutiendo si el Código Internacional de Clasificación de Enfermedades de la OMS debe incluir la resistencia en los certificados de defunción. «Esto permitiría saber cuánta gente muere exactamente por resistencia a los antibióticos», asegura Sprenger. El Plan Nacional frente a la Resistencia a los Antibióticos de España apunta también a la necesidad de monitorizar y controlar el uso de los antibióticos críticos para la salud humana.
Sin embargo, para Ballesté, de IsGlobal, el plan tal y como está no es suficientemente riguroso a pesar de la voluntad de alinearse con las directrices europeas sobre el asunto: «Acaba siendo muy teórico y, como no es obligatorio, cada comunidad autónoma se organiza de forma diferente. No tenemos datos homogéneos».
En cuanto a la muerte de Carlos Bueno y los otros 15 casos de la Asociación de Afectados por Klebsiella pneumoniae, el Hospital Universitario Reina Sofía niega que haya habido un brote en sus instalaciones. «Este tipo de bacterias resistentes a los antibióticos son, desgraciadamente, una realidad de los centros sanitarios», afirma su departamento de comunicación.
Este trabajo es fruto de la investigación desarrollada durante el Máster de Periodismo de Investigación, Datos y Visualización de la Universidad Rey Juan Carlos y Unidad Editorial. La investigación ha tenido el apoyo de Caixabank y el asesoramiento de la Comisión Europea en España.
La edición corrió a cargo de Marta Ley, profesora en el Máster y periodista de datos en El Mundo Data.