A lo largo de estos meses desde la irrupción del COVID-19, nadie puede negar que están teniendo lugar profundas transformaciones en nuestros hábitos, actividades y actitudes que, hasta ahora, pensábamos estaban escritos en piedra. Cuanto más dure la crisis sanitaria, más permanentes serán estos cambios. Incluso hasta los más escépticos sobre el impacto que el COVID-19 pueda tener sobre nuestra sociedad, deben admitir que la pandemia está alterando nuestra forma de vida.
En las últimas semanas, algunas de las más prestigiosas cabeceras del mundo (New York Times, WSJ, entre otras, y en España El Confidencial, El Mundo, Expansión y El País), se han hecho eco de todo esto, resaltando estas implicaciones en el mundo de las oficinas. Tanto desde el punto de vista de RRHH como del de la adecuación de los entornos de trabajo, poniendo especial énfasis en la creciente importancia del vector aéreo en la propagación de la infección.
Implicaciones de RRHH / compromiso de las personas
Los expertos en RRHH coinciden que hay un creciente hastío hacía lo que podemos denominar “Momentos Instagram” y se puede atisbar una tendencia a buscar cosas y relaciones con más significado y profundidad. Esto no quedaría exclusivamente circunscrito al ámbito personal ya que naturalmente permea al laboral.
Lo anterior tiene sentido; el mundo actual es tan líquido y con tan escasas certezas que todos estamos empezando a cansarnos un poco del “postureo” y buscamos, cada día, más solidez y verdad en nuestra experiencia vital. En este contexto las relaciones laborales, no dejan de ser una de las más importantes que tenemos y de las que, probablemente, más nos marque.
Todo esto lo saben las empresas y llevan años ya desarrollando objetivos, estableciendo misión, valores e invirtiendo mucho dinero en ponerlas en valor con todos sus grupos de interés y den manera más intensa tratando de comprometer más a sus trabajadores.
El matiz diferenciador que los expertos están destacando del actual momento COVID-19, es que, esta vez, ha llegado la hora de la verdad y, por tanto, es clave que las palabras se conviertan en hechos: “Is there action beyond words?”
Está claro que la prioridad de las compañías debe ser sobrevivir. En un siguiente escalón, las empresas son conscientes que las decisiones que tomen en las próximas semanas y meses marcarán por un tiempo muy largo sus relaciones laborales y fijarán la medida del compromiso de sus trabajadores.
Nadie duda que la situación actual pondrá a prueba el grado de compromiso de las empresas con sus trabajadores y el de estos con ellas. En el caso que ambos estén a la altura de las circunstancias, la relación se enriquecerá mutuamente y los dos saldrán ganadores.
Aquellas compañías que inviertan con sentido para construir una cultura interna, en la que se incluya unas oficinas que inspiren y que proyecten salud tendrán menos problemas para reconstruir su ambiente de trabajo desde la actual realidad en la que los equipos están mayoritariamente fragmentados y disgregados.
Pocas veces tendrá tanta importancia y será tan necesaria una proposición de valor interna a los empleados como en la actualidad. Para que funcione, se debe alinear con lo que a estos más preocupa y valoran, además y como destacábamos al principio es necesario pasar de las palabras a los hechos. La salud que proyecten los edificios de oficinas es un elemento clave en la ecuación de la vuelta de los trabajadores.
Implicaciones de calidad de aire interior en las oficinas
Aunque todavía hay muchos aspectos que se desconocen del COVID-19, en las últimas semanas se ha reunido una amplia evidencia científica que establece que el aire dentro de los edificios es un vector de importancia en los contagios.
El virus, por tanto, puede ser transmitido por el aire interior, potencialmente afectando a personas con un periodo de exposición entre medio y de larga duración (el horario de trabajo en una oficina).
Todo esto supone un importante reto para los directivos, justo en el momento en el que estaban tratando de abordar un retorno más numeroso a los centros de trabajo.
Es, por tanto, muy clara la necesidad de acometer este tema y ofrecer seguridad y confianza a las incógnitas que los trabajadores puedan tener con respecto a su salud por esta causa.
En los últimos meses se han publicado diferentes guías por asociaciones de ingenieros tanto internacionales como nacionales, incluso por el Ministerio de Sanidad.
Dichos documentos recomiendan una amplia variedad de mejores prácticas que se pueden resumir en dos ejes fundamentales:
- Mejorar la ventilación de los espacios
- Garantizar la filtración y purificación del aire adecuada
No olvidemos que la mayoría de los edificios construidos sólo tienen filtros para detener las partículas más grandes, los contaminantes menores pasan sin grandes dificultades entre los pliegues de los filtros.
Frente a lo que pueda parecer, las mejoras a realizar en los edificios en materia de calidad de aire interior y elevar su nivel de prevención frente a situaciones tipo COVID-19, no son tan complejas como podemos suponer.
Conclusiones
A pesar de la criticidad del aire interior para nuestra salud, a este raramente se le ha concedido importancia… Era una de esas cosas que dábamos por hecha. Sin embargo, los días en los que vivíamos en esa feliz ignorancia pueden haber pasado. Ocurrirá como el casco de la bicicleta o el cinturón de seguridad, hoy en día son indiscutibles…
En muy poco tiempo, el nivel de preparación de los edificios para contingencias tipo COVID-19 o similares será de los factores que más se tendrán en cuenta por las empresas inquilinas a la hora de decantarse por ocupar un determinado inmueble en detrimento de otro.
Las compañías tienen por delante un reto muy complicado: acercarse, cuanto antes, al mayor nivel de normalidad prepandémica. Para hacerlo posible, la proposición de valor a sus trabajadores debe ser atractiva. Entre otros factores, debe incluir una oficina con especial acento en la salud y más concretamente en la calidad del aire interior.
…Es posible que los trabajadores se pregunten:
“Is there action beyond words?”