Básicamente hay tres modos de mantener el aire limpio:
- No dejar que entren contaminantes del exterior.
- Filtrar los contaminantes presentes.
- Eliminarlos de las superficies donde están depositados mediante limpieza.
Si no introducimos aire exterior en el edificio, tampoco introduciremos contaminantes presentes en el exterior. Esto no es práctico ya que el aire exterior es necesario para la renovación del aire interior. Si el edificio está cerca de grandes vías de acceso, se puede, por lo menos, cortar el aporte de aire exterior durante las horas punta de tráfico.
La utilización de materiales de baja emisión de compuestos en las estructuras y el mobiliario del edificio, implicará una reducción de los contaminantes en esas zonas.
La filtración en forma de filtros o de purificadores en el sistema de ventilación , o sistemas autónomos de filtración pueden ser sistemas adecuados para eliminar las partículas. Para eliminar los contaminantes gaseosos se requiere un tipo de filtros especial.
Ningún sistema de filtración será efectivo si se introducen en el edificio altas cantidades de contaminantes del exterior, si las superficies del interior están demasiado sucias, o si hay grandes fuentes de contaminación en el interior del edificio.
La limpieza regular, de manera adecuada, del interior de los edificios es una buena manera de reducir significativamente las partículas del aire.
Es recomendable no tener moquetas ni alfombras ya que, aunque se realicen limpiezas al vacío (aspiradoras) o filtración de alta eficacia (HEPA), es una batalla perdida por la capacidad de almacenamiento de sustancias perjudiciales que tienen.
También la limpieza de alfombras y moquetas a menudo causa más problemas de los que soluciona ya que si permanecen demasiado tiempo húmedas provoca el crecimiento de moho y si no se hace con cuidado quedarán sedimentos de jabón en el alfombrado que resultan tóxicos.